Introducción: Se trata del ave rapaz nocturna más pequeña de la Península Iberica, es un ave discreta y en general reservada, que suele pasar inadvertida gracias al excelente camuflaje que le proporciona su plumaje, sin embargo, resulta fácil de detectar por su característico canto. De dieta básicamente insectívora, el autillo europeo resulta muy sensible a las transformaciones del hábitat y al uso de plaguicidas. Podremos encontrar a esta singular rapaz en la zona del antiguo olivar del Parque Olivar del Zaudín, por su característica de zona arbolada próxima a medio urbano.

Descripción: El autillo es una rapaz nocturna de pequeño tamaño, con dos característicos penachos de plumas en la cara a modo de falsas orejas. Tiene la cara delimitada por una línea facial oscura y el típico pico de rapaz, pequeño, puntiagudo y curvado hacia abajo. Presenta un plumaje manchado y vermiculado de color pardo grisáceo o rojizo. Los ojos son amarillo-verdosos y las patas están emplumadas hasta el nacimiento de los dedos, que terminan en unas uñas afiladas de color negro.

Desplazamiento: Se trata de un ave migradora transahariana, que llega a nuestras tierras en primavera, a mediados de marzo para la época reproductiva, procedentes de Europa, y se marcha de nuevo en octubre o noviembre, sin embargo una parte de la población europea, la que habita en las zonas más cálidas, se comporta como residente, permaneciendo con nosotros durante el invierno. En los países más meridionales de su área de distribución es frecuente que existan individuos sedentarios asentados en zonas urbanas o periurbanas. En España, esta circunstancia se da en un alto porcentaje de los ejemplares que habitan en las regiones mediterráneas y en el sur. La migración posnupcial comienza en agosto, la vuelta a los territorios de reproducción tiene lugar en marzo o abril.

Curiosidades: De entre todos los búhos de España es el más pequeño. Las hembras tienen un mayor tamaño que el de los machos. Sus hábitos son crepusculares y nocturnos, durante el día se mantienen quietos y pegados al tronco del árbol en el que se encuentran por lo que es casi imposible distinguirlos, gracias también, a su plumaje que le ayuda a mimetizarse con el entorno. En primavera antes de la puesta de los huevos, los cantos pueden durar hasta varias horas. Se pueden alimentar de pequeños vertebrados y los restos no digeridos son devueltos en forma de egagrópilas, que son bolas compuestas principalmente por huesos y plumas de las presas que no se ingieren y que regurgitan.